domingo, 13 de marzo de 2011

Pobre titiritero..



Entramos a la venta, que estaba muy bien cuidada, tenía faroles para iluminar las calles, con un solo propósito, encontrar al hombre que nos habíamos topado antes y yo estaba decidido a acompañar a mi amo. Sancho, Don Quijote y yo buscábamos por todas partes, ya que Quijote estaba desesperado por encontrar a este señor. No sabíamos nada acerca de el, y no conocíamos a nadie. Por dicha el hombre apareció. Apenas lo vimos, mi amo le preguntó por la historia , sin ni siquiera saludarlo. EL hombre empezó a contarnos su historia. Contaba él que en el pueblo donde vivía se les había perdido un asno. Él salió a buscarlo junto con un amigo al monte. Para no cansarlos, resultó que encontraron al asno devorado por lobos. Esta historia se fue contando hasta que los pueblos vecinos lo supieron y lo que hicieron fue burlarse. Nos dijo que las armas eran para usarlas por si acaso se encontraban con alguna persona que se burlara de ellos.

Llegó un titiritero, Maese Pedro. Este señor se veía muy amable y humilde. Decidió muy amablemente presentarnos una función de títeres. Era una historia muy interesante que me mantuvo muy concentrado en ella todo el tiempo, hasta que Don Quijote empezó a interrumpir la historia, explicando todo como si el supiera de la historia. Después de un rato veo a mi amo sacando su espada y empezó a cortar y a deshacer todos los títeres de este buen hombre. Cuando hizo semejante cosa, yo me dije a mi mismo, ahora si se volvió loco.

Era de esperar que Maese Pedro se hubiera marchado de la venta después de lo que Don Quijote le hizo. Mas tarde ese día nos dimos cuenta de que el titiritero se hacía llamar Maese Pedro, pero en realidad era uno de los galeotes que mi amo había liberado y se llamaba Gines de Pasamonte. Gines se había echo titiritero y esa era su forma de conseguir dinero. Era eminente que el mono era una farsa, pues no existe nada que pueda adivinar las cosas. Después de un rato nos fuimos de la venta y nos encontramos a un grupo de rebuznos armados que iban a buscar a los que se burlaban de ellos. Y mi amo trató de evitar la batalla, dándoles muy buenas razones para no pelear. El imbécil de Sancho dijo que cuando el era pequeño rebuznaba, así que rebuznó y pensaron que se estaba burlando de ellos y nos empezaron a tirar piedras, así que deje que mi amo se montara, y salí corriendo de ahí lo mas rápido que pude.

2 comentarios:

  1. Pero cómo has progresado!!!! Un montón de buena y reflexiva escritura! Adelante, que lo estás haciendo muy bien.

    ResponderEliminar
  2. Vamos, ni un paso atrás con este hermoso proyecto que estás logrando.

    ResponderEliminar