Pues íbamos ya caminando... bueno, yo caminando y mi amo en mi espalda. El sendero por el que íbamos era muy angosto, pero yo lo veía doble.. me sentía muy mal, como si me fuera a desmallar. Claro que todo esto es culpa de Don Quijote por estar tan loco que solo piensa en ser caballero, y se olvida de mi. No me da de comer... me siento débil. No creo poder aguantar mucho tiempo mas, pero haré mi mayor esfuerzo.
Por donde íbamos era muy difícil ver un alma, pero se veía algo en el horizonte. Conforme nos acercábamos veíamos que era un hombre.. bueno yo veía dos pero sabía que en realidad era uno. Por su forma de vestir, se notaba que era adinerado. Mi amo le propuso que nos acompañara en nuestro camino, pobre señor que se volverá loco con las aventuras de Don Quijote.
El hombre , Diego de Miranda, a pesar de ser un hombre adinerado parecía ser bueno. Decía que ayudaba a la gente con su dinero. Eso me pareció muy bueno de su parte. Don Diego tenía un hijo, así le contaba a Don Quijote. Decía que esperaba que su hijo ganara tanta plata como él. Estudiaba derecho, pero lo que en verdad le apasionaba era la poesía. Después de esto se abrió una nueva conversación sobre la poesía.
Después de un rato, vimos un carruaje con unas banderas muy llamativas, de la realeza. No quiero pensar en que va a pasar.
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